La introversión es una característica en la que la persona se interesa principalmente por sus pensamientos y sentimientos, por su mundo interior. Prefiere un ambiente tranquilo y menos estimulante, y también suele ser introspectiva.
Ser introvertido no es algo negativo, pero veo cada vez más, tanto en mi entorno personal como en consulta, a introvertidos que sufren. Sienten que están mal por ser como son, que no encajan en un mundo que parece premiar la extroversión, y que las personas extrovertidas tienen ventajas sociales y laborales. ¿Es cierto?
La época de la felicidad obligatoria y el oversharing virtual
Las redes sociales tienen un impacto enorme en cómo percibimos a los demás y, en comparación, en cómo nos sentimos con nosotros mismos. La mayoría de las publicaciones muestran momentos felices, sociables y llenos de «good vibes», aunque la realidad sea mucho más compleja. Para los introvertidos, este constante bombardeo de vidas aparentemente extrovertidas puede generar la sensación de que no están disfrutando como «deberían».
De este modo, pueden llegar a creer que la felicidad está directamente relacionada con ser extrovertido. Si todo el mundo parece estar compartiendo su vida sin filtros y disfrutando en grupo, ¿no será que el problema es su forma de ser?
La ilusión de «si fuera extrovertido, sería feliz»
Los seres humanos estamos en una constante búsqueda de algo más. La sensación de que «cuando logre X, seré feliz» es una trampa psicológica frecuente. «Cuando consiga aquel trabajo, cuando me case, cuando tenga más amigos…». Pero la felicidad no funciona así: no es un destino final, sino un estado fluctuante.
Algunos introvertidos pueden caer en la idea de que si fueran extrovertidos, todos sus problemas se acabarían: tendrían más amigos, más oportunidades laborales, más reconocimiento. Pero esta creencia no solo es falsa, sino que también refuerza la sensación de que hay algo «defectuoso» en ellos, cuando en realidad la clave está en aceptar su naturaleza y adaptarse sin forzar un cambio de personalidad.
¿A los extrovertidos les va mejor en el trabajo?
Desgraciadamente, a veces parece que sí. Pero las cosas no son tan simples…
No es porque los extrovertidos sean mejores trabajadores, sino porque el mundo laboral, especialmente en entornos corporativos, premia la capacidad de venderse. Quienes comunican abiertamente sus logros y se muestran activos en reuniones pueden ser percibidos como más competentes, aunque no necesariamente lo sean.
Esto también se ve en los procesos de selección. Las entrevistas estándar favorecen a quienes pueden desenvolverse rápidamente en un ambiente social intenso, lo que puede ser desafiante para un introvertido.
Sin embargo, esto no significa que los introvertidos estén condenados a menos oportunidades. Existen formas de destacar sin traicionar su esencia: desarrollar estrategias de comunicación que se adapten a su estilo, elegir entornos laborales que valoren el trabajo profundo y la escucha activa, y, sobre todo, reconocer el valor de la introversión en un mundo que, a veces, habla demasiado y escucha muy poco.
Recuerda: la introversión no es un defecto
Vivimos en una sociedad que a menudo confunde ser sociable con ser exitoso, y ser callado con ser distante o inadaptado. Pero la introversión no es un defecto que deba corregirse, sino una forma válida de estar en el mundo.
En lugar de intentar encajar en un molde extrovertido, los introvertidos pueden encontrar formas de aprovechar su naturaleza: conectar en profundidad con quienes realmente importan, buscar espacios de trabajo donde su estilo sea valorado y, sobre todo, recordar que la felicidad no depende de cuánto compartamos en redes sociales o cómo nos perciban los demás, sino de cómo nos sentimos con nosotros mismos.
La verdadera clave está en dejar de luchar contra nuestra esencia y aprender a hacer que juegue a nuestro favor.